Una vez, la cabra de un pobre campesino contrajo una enfermedad llamada sarna. En aquella época, la sarna se curaba aplicando una bolsa de brea sobre las partes enfermas. Sin embargo, este hombre era muy puro y simple. Llevó la cabra ante Nasrudín y le dijo:
— Señor, yo sé que usted es un hombre religioso. Por favor, respire sobre ella y cúrela.
— Muy bien — respondió Nasrudín —, respiraré sobre ella si lo desea. Pero si yo fuera usted, no vacilaría en ponerle, además, un poco de brea.
Cuento de la tradición sufí
jueves, 4 de diciembre de 2008
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