martes, 2 de diciembre de 2008

El preso y la hormiga

Había una vez un preso que llevaba años viviendo absolutamente solo en su celda. No podía ver a nadie ni hablar con persona alguna, y le servían la comida a través de una ventanita que había en la puerta.

Cierta mañana, entró una hormiga en su solitario encierro. El hombre contempló fascinado cómo el insecto caminaba por el suelo áspero de la celda. Desde ese momento y, durante las largas jornadas, lo tomaba en la palma de la mano, le daba miguitas de su pan y lo guardaba por la noche bajo su plato de hojalata.

Y un día, de pronto, descubrió que había tardado diez largos años de reclusión en comprender el encanto de una hormiga.

Cuento tomado de “La oración de la rana”, de Anthony de Mello

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