Un grupo de alumnos de Nasrudín, encabezados por Ismael, el de peor conducta y asistencia, organizaron una broma para su maestro.
Se dispersaron una mañana por el camino que recorría Nasrudín para ir a la escuela y, apenas éste salió de su casa, se encontró con el primer bromista, que le dijo:
— Maestro, estás pálido y ojeroso, ¿estás seguro de sentirte bien?
Nasrudín sonrió y, sin contestarle, continuó su camino.
Un segundo alumno apareció a los pocos metros y exclamó:
— Nasrudín, qué mal lo veo. ¿No sería mejor que se metiera en la cama por unos días?
Nasrudín comenzó a preocuparse un poco.
Ocho alumnos más se le acercaron a lo largo del camino con comentarios del mismo tipo. En ese punto, el maestro ya sudaba frío y las piernas le temblaban. Al llegar tambaleante a la puerta de la escuela, se encontró con Ismael, que lo esperaba con los brazos abiertos, diciéndole:
— Nasrudín, se lo ve terriblemente mal.
— Es verdad — dijo el maestro- y en ese mismo instante se desmayó.
Nasrudín debió guardar cama por un mes, y los alumnos tuvieron las vacaciones esperadas.
Cuento de la tradición sufí
lunes, 1 de diciembre de 2008
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