Había una vez un joven que buscaba a un maestro capaz de enseñarle el camino de la sabiduría. En su búsqueda, llegó a un ashram presidido por un gurú que, a pesar de gozar de gran fama de santidad, era un farsante.
“Antes de aceptarte como discípulo”, le dijo el gurú, “debo probar tu obediencia. Por este ashram fluye un río plagado de cocodrilos. Deseo que lo cruces a nado”.
La fe del joven discípulo era tan grande que hizo exactamente lo que se le pedía: se dirigió al río y se introdujo en él gritando: “¡Alabado sea el poder de mi gurú!”. Y, ante el asombro de éste, el joven cruzó a nado hasta la otra orilla y regresó, sin sufrir el menor daño.
Aquello convenció al gurú de que era realmente santo, de modo que decidió hacer a todos sus discípulos una demostración de su poder. Se metió en el río gritando: “¡Alabado sea yo! ¡Alabado sea yo!”. Y, al instante, llegaron los cocodrilos y lo devoraron.
Cuento popular hindú
sábado, 20 de diciembre de 2008
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