Un gran general llamado Nobunaga había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas eran muy inferiores en número. Él estaba seguro de que vencerían, pero sus hombres no le creían demasiado. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un templo y dijo a sus guerreros:
— Voy a orar para pedir ayuda. Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en manos del destino.
Luego de haber orado unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó la moneda. Salió cara. La moral de las tropas se elevó de golpe. Los guerreros combatieron con una valentía tan extraordinaria que ganaron la batalla.
Después de la victoria, el ayudante de campo del general le dijo:
— Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva prueba.
— ¿Quién sabe? — respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba la moneda, que tenía cara en ambos lados.
Cuento de la tradición budista zen
miércoles, 10 de diciembre de 2008
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