Había una vez (y ésta es una historia verdadera) un estudiante que solía ir todos los días a sentarse a los pies de un maestro sufí, para anotar en un papel todo lo que éste decía. Estaba tan inmerso en sus estudios, que era incapaz de realizar ninguna actividad de provecho.
Una noche, cuando llegó a casa, su mujer le puso por delante un cuenco tapado con una servilleta. El la tomó y se la puso en el cuello, y entonces vio que el cuenco estaba lleno de... papel y plumas. "Como esto es lo que haces todo el día", le dijo su mujer, "intenta comértelo".
A la mañana siguiente, como de costumbre, el estudiante fue a aprender de su maestro. Aunque las palabras de su mujer lo habían entristecido, no se puso a buscar un empleo, sino que se dispuso a continuar con sus estudios. Después de unos minutos de estar escribiendo, se dio cuenta de que su pluma no funcionaba bien.
"No importa", dijo el maestro, "ve a ese rincón. Levanta la caja que hay ahí y ponla delante de ti".
Cuando se sentó con la caja y abrió la tapa, descubrió que estaba llena de... comida.
Cuento de la tradición sufí, tomado de “la sabiduría de los idiotas”, de Idries Shah
martes, 23 de diciembre de 2008
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