Había una vez un mercader que tenía enjaulado un pájaro originario de la India. Como, a pesar de mantenerlo cautivo, sentía aprecio por él, le dijo:
— Partiré de viaje a tu tierra natal. ¿Quieres que te traiga algo de allí?
— Ya que no estás dispuesto a darme la libertad, visita la jungla en que nací y anuncia a mis hermanos que me tienes cautivo- respondió el pájaro.
El mercader así lo hizo y, apenas les hubo dado la noticia, un pájaro silvestre semejante al que retenía en la jaula cayó al suelo y quedó inmóvil. El comerciante pensó que debía ser un pariente de su ave y se sintió triste por haber sido la causa de su muerte.
De regreso al hogar, el pájaro le preguntó si traía buenas nuevas de la India.
— Me temo que no —respondió el mercader —. Uno de tus parientes sufrió un colapso y cayó a mis pies cuando mencioné tu cautiverio.
Apenas hubo dicho estas palabras, el ave tambaleó y se desplomó en el fondo de la jaula. “La noticia de la muerte de su pariente también lo ha afectado”, pensó el mercader. Y, entristecido, recogió al pájaro y lo depositó con cuidado en el alféizar de la ventana. De inmediato, el ave revivió y voló al árbol más cercano.
— Lo que creías una tragedia era un mensaje que me enviaba mi hermano — dijo el pájaro —. El me indicó la manera de escapar de ti.
Y se alejó volando, libre al fin.
Cuento popular árabe
martes, 2 de diciembre de 2008
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