Había una madre que no conseguía que su hijo pequeño regresara a casa antes del anochecer, después de jugar.
Para asustarlo, le dijo que había unos espíritus que salían al camino tan pronto se ponía el sol. Desde aquel momento, el niño ya no volvió a retrasarse.
Pero cuando creció, tenía tanto miedo a la oscuridad y a los espíritus que no había manera de que saliera de noche.
Entonces, su madre le dio una medalla y lo convenció de que, mientras la llevara consigo, los espíritus no se atreverían a atacarlo. El muchacho salió a la oscuridad bien aferrado a su medalla.
La madre había conseguido que, además del miedo que tenía a la oscuridad y a los espíritus, se agregara el miedo a perder la medalla.
Cuento tomado del libro “El canto del pájaro”, de Anthony de Mello
lunes, 1 de diciembre de 2008
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