Cuando Nasrudín era joven, vivía cerca de su casa un hombre orgulloso, que se jactaba de que nadie podía engañarlo.
— Espérame aquí un rato —le dijo el mullah—, y pensaré una forma de engañarte.
Nasrudín se marchó. Tres horas más tarde, el arrogante todavía estaba esperando que el mullah regresara.
— ¿Qué haces aquí? —le preguntó alguien que pasaba.
— Estoy esperando que Nasrudín encuentre la forma de engañarme. ¡Hace horas que lo espero y todavía no ha regresado!
Cuento de la tradición sufí.
viernes, 23 de octubre de 2009
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