Saádi de Shiraz relata esta historia acerca de sí mismo:
— Cuando yo era niño, era un muchacho piadoso, ferviente en la oración y en las devociones. Una noche, estaba velando con mi padre mientras sostenía el Corán en mis rodillas. Todos los que se hallaban en el recinto comenzaron a adormilarse y no tardaron en quedarse profundamente dormidos. De modo que le dije a mi padre:
— Ni uno sólo de esos dormilones es capaz de abrir sus ojos o alzar su cabeza para decir sus oraciones.
Y mi padre me replicó:
— Mi querido hijo, preferiría que también tú estuvieras dormido como ellos, en lugar de criticarlos.
Cuento de la tradición sufí.
lunes, 5 de octubre de 2009
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