Tras una larga vida hogareña, un matrimonio de ancianos decidió renunciar al mundo y dedicar el resto de sus existencias a la meditación y a peregrinar a los más notables santuarios.
En cierta ocasión, cerca de un templo himalayo, el marido vio en el sendero un fabuloso diamante. Con gran rapidez, colocó un pie sobre la joya para ocultarla. Pensó que, si su esposa la veía, tal vez surgiera en ella un sentimiento de codicia que pudiese contaminar su mente y retrasar su evolución mística. Pero la mujer descubrió la estratagema y, con voz apacible, comentó:
— Querido, me gustaría saber para qué has renunciado al mundo si todavía haces distinción entre el diamante y el polvo.
Cuento de origen desconocido.
jueves, 8 de octubre de 2009
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