Había una vez un cachorro de elefante que escuchó decir a alguien: “Mira, allá va un ratón”.
La persona que lo dijo estaba realmente viendo un ratón, pero el elefante pensó que se estaba refiriendo a él.
Había muy pocos ratones en ese país y, en todo caso, preferían quedarse en sus agujeros, y sus voces no eran muy fuertes. Pero el cachorro de elefante bramó por todas partes, embelesado por su descubrimiento: “Soy un ratón”.
Lo dijo tan fuerte, tan frecuentemente y a tanta gente que en la actualidad existe un país en el que toda la gente cree que los elefantes son ratones.
Es verdad que, de tiempo en tiempo, los ratones han tratado de argumentar con aquellos que sostienen la creencia de la mayoría, pero siempre se los ha hecho huir.
Cuento tomado del libro “Cuentos de Oriente para niños de Occidente”, de A. H. D. Halka.
lunes, 12 de octubre de 2009
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