El maestro estaba de un talante comunicativo, y por eso sus discípulos trataron de que les contara las fases por las que había pasado en su búsqueda de la divinidad.
— Primero—les dijo—, Dios me condujo de la mano al País de la Acción, donde permanecí una serie de años. Luego volvió y me condujo al País de la Aflicción, y allí viví hasta que mi corazón quedó purificado de toda afección desordenada. Entonces fue cuando me vi en el País del Amor, cuyas ardientes llamas consumieron cuanto quedaba en mi de egoísmo. Tras de lo cual, accedí al País del Silencio, donde se develaron ante mis asombrados ojos los misterios de la vida y de la muerte.
—¿Y fue ésta la fase final de tu búsqueda? —le preguntaron.
—No respondió, el Maestro—. Un día dijo Dios: “Hoy voy a llevarte al santuario más escondido del Templo, al corazón del propio Dios.... Y fui conducido al País de la Risa”.
Cuento tomado del libro “Historias Zen”, de Taisen Deshimaru.
viernes, 17 de junio de 2011
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