Uno de los deberes del sirviente de Rabí Méndel de Rymanov era hacer su cama, y nunca permitía que nadie la hiciera en su lugar. Cuando un joven entró como cuidador de los fogones, le pidió el sirviente que le dejara hacer la cama del maestro, pero el hombre se negó. Argumentó que, sin duda, el Rabí notaría que otra mano había realizado el servicio.
Un día, sin embargo, el sirviente fue llamado fuera de la casa antes de la noche, y dado que debía salir enseguida, transfirió sus obligaciones al fogonero, a quien dio detalladas instrucciones sobre cómo debía hacer la cama. El joven prometió seguir sus indicaciones al pie de la letra.
Cuando Rabí Méndel se levantó a la mañana siguiente, llamó al sirviente y le preguntó quién había hecho la cama. Temblando el hombre contestó y pidió perdón.
—No sabía —dijo el maestro– que se podía dormir tan dulcemente. Desde ahora el fogonero hará mi cama todos los días.
Cuento de la tradición jasídica.
miércoles, 15 de junio de 2011
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