Cierto día, un monje dejó su ashram y fue a la calle principal de la ciudad, agitando unas cuantas monedas de cobre en la palma de su mano. Mientras los mendigos se aglomeraban a su alrededor, anunció que solo le daría las monedas al hombre más pobre. A medida que las manos demandantes se extendían desde todos los lados, él exclamaba:
—No, no es para ti, ni para ti, ni para ti.
De pronto, la fanfarria de las trompetas se impuso por sobre el ruido de la calle. Los guardias proclamaron con grandes voces que el maharajá salía del palacio en su elefante real.
El pueblo se alineó para ver al soberano, pero el monje se paró frente al elefante y, mientras arrojaba las monedas, gritó:
—¡Oh, ¡Gran Maharajá! Tengo algo para ti!
El gobernante se mostró sorprendido y demandó una explicación acerca de la impertinente conducta del hombre.
—Su Majestad, prometí que hoy le daría estas monedas de cobre al hombre más pobre de la ciudad.
—¡Yo soy el dueño esta ciudad, insensato! ¿Cómo puedes decir que soy el hombre más pobre?
—Porque usted tiene un constante deseo de poseer más.
Cuento de la tradición hindú.
lunes, 20 de junio de 2011
El hombre más pobre de la ciudad
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