Un profesor de filosofía entra en clase para tomarles el examen final a sus alumnos. Pone su silla encima del escritorio y le dice a la clase:
— Usando cualquier cosa aplicable que hayan aprendido durante este curso, demuéstrenme que esta silla no existe.
Todos los alumnos se ponen a la tarea. Utilizan sus lápices y gomas de borrar y aventuran argumentos para probar que la silla no existe. Pero un alumno, después de escribir rápidamente su respuesta, entrega el examen ante el asombro de sus compañeros.
Pasan unos días y cuando el profesor entrega las notas finales, para sorpresa del grupo, el alumno que entregó primero su examen obtiene la mejor calificación. Su respuesta fue: “¿Qué silla?”
Cuento tomado de la página Filosofía.org.ar
sábado, 18 de junio de 2011
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