Los discípulos de un monasterio temían a su anciano maestro, no porque fuera muy estricto sino porque nada parecía perturbarlo nunca. Eso les resultaba extraordinario y algo atemorizante.
Un día, decidieron ponerlo a prueba. Un grupo de estudiantes se escondió en el rincón oscuro de un pasillo y esperó su paso. Cuando el monje apareció llevando una taza de té caliente, todos corrieron hacia él gritando tan fuerte como podían. Pero el anciano no mostró reacción alguna. Con toda tranquilidad, se dirigió hasta una pequeña mesa, depositó la taza y exclamó: “¡Ohhh!”.
Cuento de la tradición budista zen.
jueves, 24 de junio de 2010
Sorprender al maestro
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