Cierto día tormentoso, un discípulo corría para protegerse de la lluvia cuando lo vio su maestro y lo increpó:
— ¿Cómo te atreves a huir de la generosidad del Divino? ¿Por qué osas refugiarte del líquido celestial? Eres un aspirante espiritual y como tal deberías tener muy en cuenta que la lluvia es un precioso obsequio para toda la humanidad.
El discípulo se sintió profundamente avergonzado y comenzó a caminar muy lentamente, calándose hasta los huesos, hasta que al final llegó a su casa. A causa de eso, pescó un persistente resfrío.
Unos días después, mientras estaba sentado en el balcón de su casa leyendo las escrituras, levantó un momento los ojos y vio a su gurú corriendo tanto como sus piernas se lo permitían, a fin de llegar a algún lugar que lo protegiera de la lluvia.
— Maestro —le dijo—, ¿por qué huyes de las bendiciones divinas? ¿No eres tú ahora el que desprecia el divino obsequio? ¿Acaso no estás huyendo del agua celestial?
Y el gurú repuso:
— ¡Oh, ignorante e insensato! ¿No tienes ojos para ver que lo que no quiero es profanarla con los pies?
Cuento de la tradición hindú.
miércoles, 2 de junio de 2010
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