Un maestro zen le dijo a uno de sus discípulos, mostrándole el mar:
—Tú que dices que el espíritu manda sobre la materia. Pues, en tal caso, impide que zarpen aquellos barcos que están allí.
El discípulo bajó la persiana de la ventana por la que estaban mirando.
— Sí —dijo el maestro, sonriendo y levantando la persiana-, está bien, pero has tenido que servirte de las manos.
Entonces, el discípulo cerró los ojos.
Cuento de la tradición budista zen.
miércoles, 16 de junio de 2010
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1 comentario:
Mónica, lo tomo prestado. Hoy recordé tu blog y vine a buscar el cuento que publicaste el día de mi cumpleaños.
Gracias por el regalo :)
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