Un humilde picapedrero anhelaba convertirse en un hombre rico. Cierto día, expresó en voz alta su deseo y, con gran sorpresa, se vio de pronto transformado en un acaudalado mercader.
Fue feliz en su nueva condición hasta que conoció a otro hombre aun más rico. Entonces pidió ser como él, y nuevamente lo logró. Pero su gran fortuna le acarreó muchos enemigos y sintió miedo.
Para huir de su temor, quiso ser un terrible guerrero y también se le concedió. Pero sus adversarios aumentaron en número y ferocidad.
Un día, mientras miraba el sol desde la ventana de su casa, pensó: “¡Ojalá fuera como él, que se levanta sobre todos los seres!”.
Sin embargo, ya convertido en astro en lo alto del cielo, una nube tapó su luz, y quiso transformarse en nube. Hasta que el viento lo arrastró. Entonces, deseó ser viento. Pero una gran roca desvió su camino y quiso ser como ella.
Un día, ya transformado en roca, sintió que un humilde picapedrero lo golpeaba con su martillo.
“Deseo ser como este hombre”, pensó. Y fue así como recuperó su condición original, que ya nunca más quiso abandonar.
Cuento de la tradición taoísta.
domingo, 27 de junio de 2010
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