Cierta vez, el sultán decidió que podía obligar a la gente a decir la verdad. Como se entraba a su ciudad por un puente, hizo construir un patíbulo sobre el mismo y colgar un cartel que decía:
“Todos serán interrogados. Si dicen la verdad, se les permitirá entrar. Si mienten, serán colgados.”
Cuando, al amanecer del día siguiente, fueron abiertas las puertas, el capitán de la guardia se apostó allí con un escuadrón de tropas, para examinar a todo el que entraba. Al llegar el turno de Nasrudín, le preguntó:
— ¿Adónde va?
— Voy camino a ser colgado —dijo Nasrudín tranquilamente.
— ¡No le creo! —exclamó el capitán.
— Muy bien, si he mentido, ¡cuélgueme!
— Pero si lo cuelgo por haber mentido, habré hecho que lo que usted dijo sea cierto.
— Así es. Ahora sabe lo que es la verdad.
Cuento de la tradición sufí.
sábado, 17 de abril de 2010
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