La tumba de Nasrudín tenía al frente una inmensa puerta de madera, cerrada con pasadores y candados. Nadie podía entrar en ella, al menos por la puerta. Como broma postrera, el mullah había dispuesto que la tumba no tuviera paredes a su alrededor.
Cuento de la tradición sufí.
martes, 6 de abril de 2010
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