El maestro zen Mu-nan sabía que no tenía más que un sucesor: su discípulo Shoju. Un día lo hizo llamar y le dijo:
— Ya soy un anciano, Shoju, y eres tú quien debe proseguir estas enseñanzas. Aquí tienes un libro que ha sido transmitido de maestro a maestro durante siete generaciones. Yo mismo le he añadido algunas notas que te serán de utilidad. Aquí lo tienes. Consérvalo como señal de que eres mi sucesor.
— Harías mejor en guardarte el libro —replicó Shoju—. Tú me transmitiste el Zen sin necesidad de palabras escritas y seré muy dichoso de conservarlo de este modo.
— Lo sé, lo sé —dijo con paciencia Mu-nan—. Pero aun así el libro ha servido a siete generaciones y también puede ser útil para ti. De modo que tómalo y consérvalo.
Se hallaban los dos hablando junto al fuego y, en el momento en que los dedos de Shoju tocaron el libro, lo arrojó al fuego. Mu-nan, a quien nadie había visto jamás enojado, gritó:
— ¿Qué disparate estás haciendo?
Y Shoju le replicó:
— ¿Qué disparate estás diciendo?
Cuento de la tradición budista zen.
lunes, 26 de abril de 2010
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