Mientras Chang Chuang, el maestro de Lao Tsé estaba enfermo, éste fue a visitarlo y le dijo:
— ¡Estás muy enfermo, maestro! ¿No tienes nada que decirme?
— ¿Mi lengua aún esta ahí? —preguntó el anciano.
— ¡Está! —respondió Lao Tsé.
— ¿Mis dientes están ahí?
— ¡No!
— ¿Y sabes por qué? —preguntó nuevamente Chang Chuang.
— ¿No será que la lengua dura más tiempo por ser más blanda? ¿Y que los dientes, por ser duros, por ser rígidos, se caen antes? —dijo Lao Tsé.
– ¡Acabas de resumir todos los principios relativos al mundo! —exclamó el maestro—. ¡No necesitas más de mis enseñanzas!
Cuento de la tradición taoísta.
miércoles, 14 de abril de 2010
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