Un gran guerrero no volvió de la cacería. Pasado cierto tiempo, todos en su familia lo dieron por muerto, excepto el hijo más pequeño, que cada día preguntaba:
— ¿Dónde está mi padre? ¿Dónde está mi padre?
Los hermanos mayores del niño, que eran magos, finalmente salieron a buscarlo. Llevaban una lanza rota y un montón de huesos. El primer hijo reunió los huesos en forma de esqueleto; el segundo hijo les puso carne y el tercero le dio vida a esa carne.
Entonces, el guerrero se levantó y se dirigió a la aldea donde había una gran celebración. Una vez allí, dijo:
— Voy a darle un buen regalo al que me ha devuelto a la vida.
Cada uno de sus hijos mayores gritó:
— ¡Dámelo a mí, porque he hecho lo mejor!
— Se lo daré a mi hijo más pequeño —dijo el guerrero—. Porque él salvó mi vida. Un hombre nunca está realmente muerto hasta que se lo olvida.
Cuento de Africa Occidental.
miércoles, 28 de julio de 2010
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1 comentario:
Un cuento muy bonito. Soy de la opinión del guerrero.
Salu2.
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