Durante un viaje de negocios, un hombre compró en la ciudad un espejo, objeto que hasta entonces nunca había visto ni sabía lo que era. Fue precisamente esa ignorancia la que lo hizo sentirse atraído, pues creyó reconocer en el reflejo la cara de su padre.
Ya de regreso, y sin decirle nada a su mujer, lo guardó en un cofre que tenían en el desván de la casa. De tanto en tanto, cuando se sentía triste y solitario, iba a "ver a su padre".
Pero su esposa lo notaba muy afectado cada vez que volvía del desván, así que un día lo espió y comprobó que se quedaba mucho tiempo mirando algo que había dentro del cofre.
Cuando el marido se fue a trabajar, la mujer abrió el cofre y vio en él a una mujer cuyos rasgos le resultaban familiares, pero no logró saber de quién se trataba. De ahí surgió una gran pelea matrimonial, pues la esposa decía que dentro del cofre había una mujer, y el marido aseguraba que estaba su padre.
En ese momento, pasó por allí un monje muy respetado por la comunidad y, al verlos discutir, quiso ayudarlos a poner paz en su hogar. Los esposos le explicaron el dilema y lo invitaron a subir al desván y mirar dentro del cofre. Así lo hizo y, ante la sorpresa del matrimonio, les aseguró que en el fondo del cofre quien realmente reposaba era un venerable monje budista.
Cuento popular chino.
sábado, 10 de julio de 2010
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