Un enorme buey pastaba en el campo mientras un mosquito zumbaba a su alrededor. Finalmente, el insecto se posó en uno de sus grandes cuernos, cerca de la oreja y, un rato después, le dijo:
— Estimado buey, discúlpame si he perturbado tu tranquilidad con el peso de mi cuerpo. Te pido perdón y no quiero que pienses que no me importa tu bienestar.
Cortésmente, el buey replicó:
— Pequeño mosquito, gracias por tan generosa disculpa, pero tienes una opinión demasiado alta de ti mismo. No me había dado cuenta de que estabas ahí.
Fábula de Esopo.
domingo, 25 de julio de 2010
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