Había una vez un hombre que buscaba la verdad y, en su peregrinaje, llegó a un templo donde ardía una innumerable cantidad de lámparas de aceite.
— Soy un buscador de la verdad —le dijo al anciano cuidador—. ¿Puedes decirme qué significan estas lámparas?
— Representan la vida de cada individuo sobre la tierra. A medida que se consume su aceite, menos tiempo de vida le queda.
— ¿Puedes indicarme cuál es la mía?
El guardián se la señaló amablemente y el buscador descubrió, aterrado, que su llama se estaba extinguiendo.
— ¡Creo que hay un intruso en el templo! —exclamó señalando la puerta. Y aprovechó la momentánea distracción del anciano para tomar la lámpara de al lado con la intención de verter un poco del aceite en la suya. Cuando estaba a punto de lograrlo, su mano fue detenida por las palabras del cuidador.
— Creí que buscabas la verdad.
Cuento de origen desconocido.
domingo, 11 de julio de 2010
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