Había una vez un hombre que quería que su gallo de riña fuera el más feroz. Para ello, se lo entregó a un entrenador. A las pocas semanas fue a verlo y comprobó que el ave cantaba menos fuerte.
— Todavía no está listo —le dijo el entrenador.
Cuando lo visitó dos semanas más tarde, vio que su gallo apenas encrespaba las plumas del cuello y las alas.
— No está listo todavía —repitió el entrenador.
Una semana después, encontró al ave mansa y dócil como un pollito.
— ¡Has arruinado a mi hermoso gallo de riña! —gritó el hombre.
— De ninguna manera —replicó el entrenador—. Observe su calma y seguridad. Apenas los demás gallos lo ven, huyen sin presentar pelea.
Cuento de la tradición taoísta.
sábado, 24 de julio de 2010
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1 comentario:
Es lo que la mayoría necesitamos, seguridad y calma. Me ha gustado.
Saludos.
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