Un mendigo encontró una bolsa de cuero que alguien había perdido en el mercado. Al abrirla, descubrió que contenía cien monedas de oro.
Inmediatamente, se escuchó el grito de un comerciante:
— ¡Hay una recompensa para quien encuentre mi bolsa!
Como el mendigo era un hombre honrado, se acercó y le entregó la bolsa diciendo:
— Aquí está. ¿Me puede dar la recompensa?
— ¿Recompensa? —se burló el mercader, contando con avidez el oro—. Cuando la perdí, había doscientas piezas de oro en ella. Ya has robado más de lo que te hubiera dado. Desaparece o se lo diré a la policía.
— Soy un hombre honesto —protestó el mendigo—. Llevemos este asunto ante el juez.
En la corte, el juez escuchó pacientemente ambas versiones de la historia y dijo:
— Creo que es posible brindar justicia a los dos. Mercader, usted dijo que su bolsa contenía doscientas monedas de oro. Sin embargo, la que este mendigo encontró sólo contenía cien. Por lo tanto, no puede ser la suya.
Dicho esto, el juez le dio la bolsa con el oro al hombre pobre.
Cuento de la tradición hindú.
martes, 20 de julio de 2010
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