El rabí Elimelekl estaba cenando con sus discípulos y un criado le trajo un plato de sopa. Sorpresivamente, el rabí lo dio vuelta y la sopa se derramó sobre la mesa. El joven discípulo Mendel exclamó:
— Rabí, ¿qué has hecho? Nos mandarán a todos a la cárcel.
Los otros discípulos sonrieron y se hubieran reído abiertamente, pero la presencia del maestro los contuvo. Este, sin embargo, no sonrió. Movió afirmativamente la cabeza y le dijo a Mendel:
— No temas, hijo mío.
Algún tiempo después se supo que, aquel día, un edicto dirigido contra los judíos de todo el país había sido presentado al emperador para que lo firmara. Repetidas veces, el soberano había tomado la pluma, aunque algo siempre lo interrumpía. Finalmente firmó. Extendió la mano hacia la arena de secar pero tomó por error el tintero y lo volcó sobre el papel. Entonces, lo rompió y prohibió que se lo trajeran de nuevo.
Cuento de la tradición jasídica.
sábado, 23 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario