Un hombre estaba encarcelado de por vida en lo alto de una torre. Como no aceptaba esta separación, su mujer tomó la decisión de ayudarlo a escapar. Atrapó un escarabajo y, tras haber atado con delicadeza un hilo de seda extremadamente delgado al insecto, untó sus antenas con una gota de miel. Luego, lo depositó al pie de la torre, con las antenas dirigidas hacia lo alto. El insecto, en su afán de alcanzar la miel, trepó tanto que llegó a la ventana del prisionero. Este, tras haber dejado libre al escarabajo, tiró del hilo de seda. En su extremo había atado otro hilo más grueso. Seguía a éste un hilo bramante, al bramante una cuerda y, finalmente, a la cuerda una sólida soga que el hombre fijó en el interior de la celda para descender de la torre y huir con su mujer.
Cuento de la tradición sufí.
martes, 5 de enero de 2010
El prisionero y el escarabajo
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