Taiko, un guerrero que vivió en Japón antes de la era Tokugawa, estudió la ceremonia del té con el maestro Sen no Rikyu.
Kato, el asistente del guerrero, interpretó su entusiasmo por la ceremonia como un descuido de los asuntos de Estado, por lo que decidió matar al maestro. Lo llamó con un pretexto social y fue invitado a tomar el té.
Sen no Rikyu, que era muy diestro en su arte, percibió instantáneamente la intención del asesino y lo instó a dejar la espada fuera de la sala de ceremonias.
— Soy un guerrero —repuso éste—. Mi espada siempre está conmigo.
— Muy bien —aceptó el maestro—. Traiga su espada y venga a tomar el té.
La tetera hervía sobre el fuego de carbón y, de pronto, Sen no Rikyu la volcó. Una nube de vapor, mezclada con humo y cenizas inundó la habitación. El sorprendido guerrero saltó hacia la puerta.
Cuando la nube se disipó, el maestro pidió disculpas:
— Perdón por mi torpeza. Aquí tengo su espada cubierta de ceniza. La limpiaré y se la devolveré cuando hayamos tomado el té.
Entonces, el guerrero comprendió que no podría matarlo y abandonó la idea.
Cuento de la tradición budista zen.
lunes, 25 de enero de 2010
El maestro de té y el asesino
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