Cierto maestro sufí contó una historia acerca de cómo había sido desenmascarado un falso predicador:
— Un verdadero sufí envió a uno de sus discípulos a servirlo. El discípulo se puso a su entera disposición, día y noche. Entonces todo el mundo vio cómo el embaucador adoraba esas atenciones, y la gente lo abandonó hasta que se quedó completamente solo.
Uno de los que escuchaban esta historia se dijo a sí mismo: "¡Qué idea maravillosa! Me iré de aquí y haré exactamente lo mismo."
Se dirigió hasta donde se encontraba un falso hombre santo y le pidió apasionadamente convertirse en su discípulo. Transcurridos tres años, era tal su devoción que se habían congregado cientos de devotos. "Este sabio debe ser un gran hombre", se decían unos a otros, "para inspirar tal lealtad y autosacrificio en un discípulo".
Así pues, el hombre regresó de nuevo al sufí del que había oído la historia y le explicó lo sucedido.
— Tus relatos no merecen ninguna confianza —le dijo—, porque cuando intenté poner uno de ellos en práctica, sucedió todo lo contrario.
— No es así —replicó el sufí—, pues hubo sólo un detalle equivocado en tu intento de aplicar los métodos sufíes. Y es que tú no eres un sufí.
Cuento de la tradición sufí.
jueves, 21 de enero de 2010
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