Un yogui errante, que había obtenido un gran progreso interior, se sentó a la orilla de un camino y, de manera natural, entró en éxtasis. Estaba en tan elevado estado de conciencia que se encontraba ausente de todo lo circundante.
Poco después, pasó por el lugar un ladrón y, al verlo, se dijo: “Este hombre, no me cabe duda, debe ser un ladrón que, tras haber pasado toda la noche robando, ahora se ha quedado dormido. Voy a irme a toda velocidad, no vaya a ser que venga un policía a prenderlo a él y también me atrape a mí”. Y huyó corriendo.
No mucho después, fue un borracho el que pasó por el lugar. Iba dando tumbos y apenas podía tenerse en pie. Miró al hombre sentado al borde del camino y pensó: “Éste está realmente como una cuba. Ha bebido tanto que no puede ni moverse”. Y, tambaleándose, se alejó.
Por último, pasó un genuino buscador espiritual y, al contemplar al yogui, se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.
Cuento tomado del libro “101 cuentos clásicos de la India”.
martes, 3 de noviembre de 2009
Un yoqui al borde del camino
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