Un anciano maestro mandó a sus discípulos a recorrer mundo con el encargo de que le trajeran noticia del acontecimiento más maravilloso que hubiesen contemplado durante su viaje. Al cabo de muchos meses, regresó uno de ellos y empezó a narrarle lo siguiente:
— Maestro, lo más increíble y maravilloso que he contemplado en estos largos meses ocurrió un día en que estaba a punto de tomar una barcaza que cruzaba un caudaloso río. En el momento de zarpar, llegó un pobre anciano que le pidió al barquero que, por caridad, lo llevase a la orilla ya que no disponía de dinero. El dueño de la barca se negó airadamente y soltó amarras con toda rapidez, de tal modo que la barca se adentró en la corriente. Pero, en ese momento, y ante la mayor sorpresa de todos, el anciano cerró los ojos, entró en un estado de arrebatamiento ¡Y comenzó a caminar sobre las aguas hasta que vadeó el río! ¿No es asombroso? ¿No es eso un milagro?
— ¿Cuánto costaba el pasaje de la barca? —preguntó el maestro.
— Sólo dos monedas —respondió el discípulo.
— Pues esas dos monedas es todo el valor del milagro que has contemplado.
Cuento tomado del libro “Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de Oriente”, de Ramiro Calle y Sebastián Vázquez.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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