Encontraron a un mendigo harapiento orando en la Capilla Sixtina, la capilla del Papa, decorada con frescos de Miguel Ángel y otros pintores. El Papa notó enseguida la presencia del mendigo y de inmediato manifestó su fastidio:
— ¿Quién es ese hombre que está ahí arrodillado? No lleva la ropa adecuada.
El Papa ordenó al mendigo que abandonara de inmediato la Capilla Sixtina y el hombre tuvo que obedecer.
El mendigo se sintió decepcionado por el rechazo del Papa, pues para él, que era muy devoto, aquello casi equivalía a haber sido excomulgado de la Iglesia Católica. Regresó a la sórdida habitación que ocupaba en un barrio bajo de Roma. Y en la soledad y el silencio de su cuarto se arrodilló para rezar.
De repente, Dios se le apareció en persona. El pobre hombre no daba crédito a sus ojos al ver al Todopoderoso en todo Su esplendor. Dios se dirigió a él amorosamente y le preguntó:
— ¿Cuál es tu problema?»
— Mi problema —le contestó— es que me echaron del Vaticano.
— No te preocupes —le dijo Dios— porque a mí tampoco me dejan entrar.
Cuento de Krishnamurti.
lunes, 2 de noviembre de 2009
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