Cuando el maestro zen Philip Kapleau y otros visitantes occidentales llegaron al monasterio de Ryutakuji, el abad Soen Nakagawa lo acompañó a recorrer el lugar.
Los invitados estaban fuertemente influidos por los cuentos de los antiguos maestros chinos que habían destruido los textos sagrados, e incluso imágenes de Buda, con el fin de liberarse del apego a cualquier cosa. Por esta razón, se sintieron sorprendidos y perturbados cuando el abad los invitó a presentar sus respetos y quemar incienso ante la estatua del fundador del templo, Hakuin Zenji. Uno de los visitantes no pudo contenerse y exclamó:
—¡Los maestros chinos de otras épocas quemaban o escupían las estatuas de Buda! ¿Por qué ustedes se inclinan ante ésta?
—Si quieres a escupir, escupe — respondió el abad—. Yo prefiero hacer una reverencia.
Cuento de la tradición budista zen.
jueves, 3 de marzo de 2011
Tú escupes, yo me inclino
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