Un ratón se apoderó un día de la brida de un camello y le ordenó que se pusiera en marcha. El camello era de naturaleza dócil y así lo hizo. El ratón, entonces, se llenó de orgullo. Llegaron de pronto ante un arroyo y el roedor se detuvo.
—¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes? —preguntó el camello—. ¡Camina, tú que eres mi guía!
Entonces, el ratón dijo:
—Este arroyo me parece profundo y temo ahogarme.
El camello insistió:
—¡Voy a intentarlo! —Y avanzó por el agua—. No es profunda. Apenas me llega a las corvas.
Pero el ratón le dijo:
—Lo que a ti te parece una hormiga es un dragón para mí. Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir mi cabeza en varios cientos de metros.
Entonces el camello concluyó:
—En ese caso, deja de ser orgulloso y de creerte un guía. ¡Ejercita tu orgullo con los demás ratones, pero no conmigo!
—¡Me arrepiento! —se dio por vencido el ratón—. ¡En nombre de Dios, ayúdame tú a atravesar este arroyo!
Cuento de la tradición sufí.
lunes, 7 de marzo de 2011
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