Un transeúnte vio a Nasrudín tirando dinero a un estanque, y le preguntó por qué lo hacía.
—Yo iba montado en mi asno cuando resbaló y estuvo a punto de perder el equilibrio y caer en este estanque. Ninguno de los dos hubiéramos salido con vida del accidente. De repente, las ranas empezaron a croar. Esto asustó al asno, que dio un salto hacia atrás y así nos salvamos. ¿Acaso las ranas no deben ser recompensadas por salvar nuestras vidas?
Cuento de la tradición sufí.
lunes, 14 de marzo de 2011
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