En cierta ocasión, colocaron huevos de pato en el nido de una gallina y ésta los empolló. La primera vez que se acercaron a un arroyo, los patitos se metieron en el agua y comenzaron a nadar alegremente. La gallina corría por la orilla desesperada, ordenándoles que regresaran enseguida para no ahogarse.
—No te preocupes por nosotros, madre —respondieron los patitos—. No tenemos por qué temer al agua. Sabemos nadar.
Cuento de la tradición jasídica.
viernes, 25 de marzo de 2011
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