Un hombre incrédulo se acercó a un grupo que escuchaba la prédica de un yogui. El sabio decía:
— Es verdad que la repetición de una palabra sagrada tiene el poder de iluminarnos.
— ¿Cómo puedes decir eso? —protestó el incrédulo—. ¿Afirmas que, si repetimos la palabra “pan” muchas veces, el pan se hará presente?
— ¡Siéntate ahora mismo, sinvergüenza! —replicó el yogui.
El incrédulo se llenó de rabia y vociferó:
— ¡Cómo te atreves a hablarme así!
Entonces, el sabio le dijo con gran ternura y mansedumbre:
— Lamento mucho haberte ofendido. Dime, ¿qué sientes en este momento?
— ¡Me siento ultrajado!
— Fíjate que una sola palabra injuriosa ha sido suficiente para que te sintieras mal. Si esto es así, ¿por qué un vocablo que designa al Ser no puede tener el poder de iluminarte?
Cuento de la tradición hindú.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
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