Caminando un día con un discípulo, Nasrudín contempló por primera vez en su vida un hermoso paisaje lacustre.
— ¡Qué belleza! —exclamó—. Pero si sólo, si sólo...
— ¿Si sólo qué, maestro?
— ¡Si sólo no le hubieran puesto agua!
Cuento de la tradición sufí.
domingo, 14 de febrero de 2010
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