El campeón de arqueros de la ciudad de Salimia se quejaba de no tener un rival de su categoría.
— Esta gente, los ciudadanos de Salimia, no es arquera, y, por lo tanto, ¡no puede juzgar mi perfección! —repetía una y otra vez a todo el que quisiera escucharlo.
Un día, cierto maestro sufí pasaba por la ciudad, y se detuvo a tomar una taza de té. En el local, la gente hablaba del infeliz arquero.
— Tal vez crea que sufre —dijo el sabio—, pero el Altísimo ha sido más que benévolo con este hombre. Si viviera entre arqueros, sufriría constantemente el miedo a ser superado.
Cuento de la tradición sufí.
jueves, 18 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario