Una tarde, mientras el maestro Shichiri recitaba sutras, un ladrón entró en su casa. Puso en su cuello una espada afilada y le exigió dinero para salvar su vida.
Imperturbable, Shichiri le dijo:
— No me molestes. Puedes encontrar dinero en ese cajón.
Luego, retornó a su recitación. Pero un instante después se detuvo y pidió:
— No tomes todo. Necesito un poco para pagar mañana los impuestos
El intruso recogió la mayor parte del dinero e inició la retirada.
— Debes dar las gracias cuando recibes un regalo —agregó Shichiri. El hombre le dio las gracias y salió.
Pocos días después, el individuo fue capturado y confesó, entre otros, el robo a Shichiri. Cuando el maestro fue llamado como testigo, dijo:
— Este hombre no es un ladrón, al menos en lo que a mí respecta. Le di el dinero y él me dio las gracias.
Después de haber pagado su pena en prisión, el hombre fue a buscar a Shichiri y se convirtió en su discípulo.
Cuento de la tradición budista zen.
miércoles, 3 de febrero de 2010
El ladrón que se convirtió en discípulo
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