Cuando Ninakawa se hallaba en su lecho de muerte, recibió la visita del maestro zen Ikkuyu, quien le preguntó:
— ¿Necesitas que te guíe en este sendero?
Ninakawa respondió:
— Vine solo a este mundo y solo me marcho. ¿De qué podría servirme tu ayuda?
Entonces, Ikkuyu dijo:
— Si piensas que realmente vienes y vas, ésa es tu ilusión. Déjame que te enseñe el sendero en el que no hay idas ni venidas.
Las palabras de Ikkuyu le habían revelado tan claramente el camino que, con una sonrisa, Ninakawa falleció en el acto.
Cuento de la tradición budista zen.
lunes, 15 de febrero de 2010
El sendero auténtico
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