Una noche, el mullah Nasrudín caminaba por una calle solitaria. De pronto, se dio cuenta de que unos hombres a caballo se dirigían hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser asaltantes. O soldados del rey que podían llevárselo para que prestara el servicio militar. Se asustó y empezó a correr. En su carrera, entró en un cementerio y, para esconderse, se tumbó en una fosa abierta.
Los jinetes, que eran simples viajantes, se dieron cuenta de lo que había sucedido. Se acercaron a la tumba en que el mullah yacía con los ojos cerrados como si estuviera muerto y le preguntaron:
— ¿Qué te sucede? ¿Por qué te asustaste de ese modo?
Entonces, Nasrudín comprendió que se había aterrorizado a sí mismo sin motivo. Abrió sus ojos y dijo:
— Es algo muy complicado. Pero si queréis saber por qué estoy aquí, os lo diré. Estoy aquí por vuestra culpa y vosotros estáis aquí por la mía.
Cuento de la tradición sufí.
viernes, 12 de febrero de 2010
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