Un día, un perro sabio pasó cerca de un grupo de gatos. Y viendo que los gatos hablaban entre sí sin advertir su presencia, se detuvo a escuchar lo que decían.
De pronto, se levantó un gran gato muy serio y les dijo a sus compañeros:
— Hermanos, rezad. Cuando lo hayáis hecho varias veces, seguramente lloverán ratones del cielo.
Al oírlo, el perro rió para sus adentros y se alejó de los gatos diciendo:
— ¡Ciegos e insensatos felinos! Todo el mundo sabe que, cuando elevamos al Cielo súplicas y oraciones, lo que llueve son huesos y no ratones.
Cuento de Gibran Khalil Gibran.
jueves, 4 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario