Tres hermanos se internaban todas las mañanas en el bosque a cortar leña. Cada día se turnaban para que uno de ellos se quedara en la cabaña y preparara la comida.
Un día, mientras el hermano mayor estaba solo en la cabaña, apareció un gnomo y le preguntó si podía comerse los restos del desayuno. El muchacho dijo que sí y el visitante empezó a comer. De pronto, dejó caer el pan y le pidió al joven que lo recogiera. Cuando este se inclinó, el gnomo lo golpeó con un palo en la cabeza.
A la mañana siguiente, el segundo hermano se quedó solo en la cabaña, y el gnomo volvió a aparecer. Le preguntó si podía comer los restos del desayuno y dejó caer el pan. Pidió al muchacho que lo levantara y, cuando este se agachó, lo golpeó con un palo.
Al tercer día, se quedó en la cabaña el hermano menor. El gnomo apareció y le preguntó si podía comer los restos del desayuno. El joven le contestó:
— Sí, sobre la mesa hay pan. Sírvete.
Cuando el visitante dejó caer el pan y le pidió al joven que lo recogiera, este le respondió:
— Si no puedes arreglártelas con tu propio pan, no sobrevivirás. Recógelo tú.
El gnomo le dio las gracias y le preguntó si le gustaría saber dónde encontrar a la princesa y el tesoro.
Cuento de origen desconocido.
martes, 23 de junio de 2009
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1 comentario:
Si sabes dar la repuesta adecuada estas preparado para o mejor dicho ya ganaste un poquito de sabiduria, tan necesaria para vivir... me gusto es bueno para refleccionar este cuento, aunque yo le hubiera metido un palo al gnomo al final por tanto que les dio el jajajaj
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