A las lecciones del maestro Bankei acudían no sólo estudiantes del Zen sino también personas de toda escuela y estamento. El nunca citaba los sutra ni se entregaba a disertaciones escolásticas, sino que sus palabras salían directamente de su corazón al corazón de sus oyentes.
Lo vasto de sus auditorios irritó a un sacerdote de la escuela Nichiren, porque los adherentes de ella habían desertado para oír hablar del Zen. El sacerdote acudió al templo, decidido a sostener un debate con Bankei.
— ¡Eh, maestro del Zen! — prorrumpió —. Espera un poco. Los que te respeten podrán hacer caso a lo que tú dices, pero un hombre como yo no te respeta. ¿Puedes lograr que te haga caso?
— Ven junto a mí y te mostraré — dijo Bankei.
Orgullosamente, el sacerdote se abrió paso entre la multitud para acercarse al maestro. Bankei sonrió.
— Ven, ponte a mi izquierda.
El sacerdote obedeció.
— No — dijo Bankei —. Hablaremos mejor si tú estás a mi derecha.
El sacerdote, muy serio, se pasó a la derecha.
— Ya ves — observó Bankei —, me estás haciendo caso, y pienso que eres una persona muy amable. Ahora, siéntate y escucha…
Cuento de la tradición budista zen
viernes, 1 de mayo de 2009
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1 comentario:
JJAJAJA!! BUENÍSIMO
IDOLO TOTAL.
SI PUDIERA LOGRAR ESO CON MI MARIDO...
BESOS GIGANTES.
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